Es de familia.
La vejez no se puede evitar, pero sí se puede tratar de prevenir la pérdida de memoria y otras enfermedades erróneamente asociadas con la mayoría de edad. En estos momentos me encantaría poder tener pérdida de memoria. Virgencita, escucha mis plegarias y por favor déjame olvidar.
Escuchar a Alfonso hablar por teléfono no era mi intención, solo le quería dejar la comida e irme. A mi edad no me puedo agitar mucho por lo que trato de pensar en otras cosas; agradezco que mi hijo menor, Juan, pensase en su padre y en mí, que haya hablado con Alfonso para que se mude al lado de nuestra casa para no dejarnos solos debido a nuestra edad y evitar accidentes. Agradezco que Alfonso se haya mudado con su esposa e hija.
En mi cuarto, mi esposo me pregunta cómo estoy, "Estoy bien, solo me quiero recostar un rato. Déjame el aire prendido". Dicho eso, sale del cuarto y viendo su silueta pienso, tal vez Alfonso lo sacó de su padre, que un día se apareció con una pequeña copia de él llamándola su hijo, sin yo, su única esposa, saber de su existencia.
Virgencita de Chiquinquirá, por favor guíame. Sé que le debo decir a Magaly que Alfonso tiene otros hijos, que el negocio que iba exitosamente no quebró, sino que se lo dejó a la mujer para que solvente los gastos de los hijos sin él, pero no sé cuándo se lo pueda decir.
Esperaré. Esperaré hasta que la hija de Magaly ya sea grande, o hasta que Alfonso le diga a Magaly, un secreto así no puede durar toda una vida.
Sin apetito y con una fugaz lágrima en la mejilla me arropo bajo las sábanas, esperando el momento adecuado.
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