Amor ciego.
Durante las vacaciones, la familia Sandoval solía ir de viaje para el centro del país, donde vivía la familia por parte de la madre, Magaly, quien esta vez le ofreció a una de sus hermanas devolverse con ellos debido a ciertos trámites que debía culminar cerca de donde vivía Magaly y su familia. Con mucho gusto y urgencia su hermana accedió, pero con la condición de llevar a su hijo, José.
Realizaron varias paradas turísticas en el viaje, ya que era la primera vez que José salía de su provincia. Fueron a tomarse fotos en distintos lugares, entre ellos unos médanos de color dorado apagado, bajo un cielo azul sin rastro alguno de nubes. Sí, era un lugar hermoso, pero lo que hizo que Magaly nunca se olvidara de ese momento sería lo que le dijo su hermana: "Creo que Alfonso te está engañando, lo acabo de escuchar hablar por teléfono". La inmensidad de los médanos hizo que Magaly se sintiera como la persona más solitaria del mundo, y que su devoto corazón implosione de tristeza.
Ya habiendo llegado a su casa, Magaly buscó refugio en el cuarto de su hija Fabiola, para olvidar lo que le había advertido su hermana, pero en el fondo de su corazón sabía que era verdad. Sí, ella amaba muchísimo a su esposo y le era completamente devota, "¿qué tiene ella que yo no?" se preguntó Magaly.
Pasaron semanas y Magaly había aplacado los pensamientos en relación a su familia, prefería estar en la ignorancia. Dejó a Fabiola con su hermana y se dirigió al cuarto de la abuela de Fabiola-vivían juntos para evitar accidentes-, solo que antes de entrar la escuchó rezando, o eso creía, ya que en un momento escuchó su propio nombre y el de Alfonso involucrado en sus plegarias. Ver a José con una cara de furia absoluta correr hacía el cuarto de Fabiola la había desorientado, pero creía haber escuchado nuevamente como su corazón se rompía ante la afirmativa del engaño de su amado.
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