VERSIÓN 1.
Hueco Blanco.
Cuenta una leyenda que en una
pequeña ciudad de muy lejano hay un lugar en el que los hombres entran, pero
nadie los ve salir, puede que solo sea un mito, pero no dejaban a los niños
acercarse y les infundían el terror con una pequeña prosa que decía:
"En las oscuridades de la
ciudad, un pequeño hueco blanco encontrarás, donde ni bien quieras entrar,
salida no encontrarás, cuidado con escapar, porque tras ti estarán, un dos
tres, un dos tres, vuelta atrás ya no habrá."
Sebastián, quien no creía
encontrar tal lugar, decidido a aventurarse para darle un poco de animosidad a
su vida, finalmente consiguió el lugar prometido. Inquieto y cautivado buscó
adentrarse en ese camino blanco, hasta finalmente toparse con diversas puertas
que -sin él saber- lo llevarían a la nada y a un todo.
Como generalmente hacen los
desafiantes de historias, Sebastián pensó que podría salir sin inconvenientes,
que el mito urbano formado alrededor de ese lugar era completamente una falacia
y estaba mentalizándose para narrar su experiencia en el mismo, hasta que se
encontró con una forma monstruosa nunca antes vista. Corrió todo lo que sus
piernas podían aguantar, pero el abrir puertas solo lo llevaba a lugares
distintos -aun siendo completamente blancos-. Se sintió desesperado, solo y
perdido, su mente le hizo pensar que estaba en el laberinto de Dédalo, pero eso
era solo un mito, o eso creía.
Más nunca se supo de Sebastián,
las leyendas del pequeño lugar blanco habían retomado sentido, sumándole
monstruos con cuerpos de animal y cabeza de humano para engañar a sus presas a
entrar.
VERSIÓN 2.
RUIDO GRIS.
Lidia estaba anonadada con el
joven que tenía frente suyo, ¿Cómo era posible que haya encontrado una salida
de tal lugar? no recordaba el tiempo que había estado ahí, pero se había
rendido completamente con buscar una salida, ¿Podría ser posible que por la
llegada de Fran se hubiera activado un nuevo camino que lleve a una salida? No
tenía tiempo para pensar en eso. Los dos chicos se fueron a buscar las cosas
necesarias para subsistir a lo desconocido, siguiendo el camino de colores
grisáceos que contrastaba de gran manera con el lugar blanco, sin saber con lo
que se podrían encontrar y mucho menos sin contar con las miradas de millones
de personas puestas sobre ellos.
VERSIÓN 3.
Al dormir.
¿Alguna vez has pensado a dónde
vas cuando duermes? Eso era algo que Yael pensaba de manera continua,
encontrándose en un camino sin respuesta aparente. Muchas veces llegaba a la
conclusión de que no ocurría nada, se guiaba por lo que le decían los adultos,
un simple descanso. Otras, creía imaginar que iba a otro lugar, un lugar para
quienes duermen, pero nunca sabía si era un lugar bueno o malo.
Un día, sin motivo aparente (o
con ayuda de un golpe), Yael termina en un profundo sueño que lo lleva por un
lugar completamente blanco, con diversas escaleras y puertas en un orden que no
termina de comprender, pero lo que sí sabía es que debía investigar dónde estaba,
hasta que se encuentra con una chica de baja estatura y delgada. Esta chica no
parece asombrarse por verlo, como si fuese algo de todos los días encontrarse
con desconocidos, pero sin desperdiciar la oportunidad, el joven pregunta sobre
su paradero actual.
—Nos encontramos en Sueño
48, este es uno de los recintos donde vienen las personas cuando duermen—
le responde la chica—, cada recinto se hace acorde a la edad y especificaciones
de cada grupo de individuos que llega y, a medida que pasa el tiempo (o que van
madurando sus sueños), cambian de recinto. Sé que al ver todo tan blanco no
tiene sentido, pero todo está en las habitaciones.
Estupefacto, Yael entendió que
finalmente había resuelto su gran incógnita, agradeciéndole a la chica,
determina que es su mejor oportunidad para investigar sobre ese lugar,
procurando recordar lo que le dice.
—¿Cómo es que sabes tanto de este
lugar? Por lo que cuentas parece que todos venimos al dormir, pero la verdad es
que yo nunca puedo recordarlo—pregunta el joven mientras ve como el sitio se va
llenando poco a poco.
—Ni bien despiertes tu cabeza
olvidará este lugar, así funciona esto, por lo que ningún conocimiento
prevalecerá—empieza a decir la chica—. Todo lo que sé es porque nunca me fui y
nunca olvidé, no me ilusiono con que las personas me recuerden, pero solo
quiero un día volver y olvidar este paraíso blanco donde no hay dolor.
...
El salpicón de agua fría por
parte de sus padres lo desorienta, pero era lo necesario para despertar. Yael
se arregla para ir a clases mientras se pregunta lo mismo de siempre; ¿A dónde
vamos cuando dormimos?
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