Entrevista a Víctor Bondone
Para este trabajo, conté con la
suerte de encontrarme con Víctor -padre de familia, que vivió en Argentina
durante la dictadura- quien comenzó a contar los hechos de manera cronológica;
» Yo empezaría con que estaba
gobernando la señora Estela Martínez de Perón en forma legal y democrática
porque había sido la vicepresidenta, el presidente era Perón, pero murió y
entonces asumió ella—recuerda—. Una señora que no entendemos bien porque Perón
la puso de vicepresidenta porque nunca había sido ni legisladora ni nada (…).
El asesor principal de Doña Estela era un tal —Víctor trata de rememorar el nombre
al que hace referencia— Uno que le llamaban el brujo; López Rega, Señor López
Rega.
» López Rega —introduce Víctor—,
había sido un asistente de Perón y después de ella y tenía mucha influencia
sobre ella. Le decían el brujo porque hacía prácticas esotéricas, de
astrología, de montones de cosas así, por eso le decían el brujo. Y tenía un
gran poder, por así decir, sobre ella —reitera—, se decía que gobernaba, se
decía—dice mientras se medio ríe—, ni lo digo yo ni tengo pruebas de que el
que gobernaba en realidad era él (...).
» Señora presidenta con ninguna
experiencia en un cargo de ese tipo, un asistente muy cercano con mucho poder,
mucho poder humano sobre ella que no era querido (…). Entonces de alguna manera
el congreso saca una ley, que ayuda a sacar del puesto a López Rega, no sólo lo
quita del puesto, sino que lo obligan a irse del país y queda ella sola.
Entonces era un clima de mucha tensión política. El que viene a reemplazar a
López Rega era un tal Ítalo Luder. (...) Los militares miraban de cerca todo lo
que pasaba porque no les gustaba lo que hacían los grupos subversivos y no les
gustaba lo que estaba pasando en el desmanejo del gobierno, por así decirlo.
(...) Entonces, lo presionan a Luder, y saca dos o tres decretos donde dice que
hay que combatir a la subversión armada, y el texto completo no lo recuerdo,
pero utiliza la palabra “Eliminar Totalmente”, lo recuerdo porque esa
palabra da lugar a muchas cosas, ¿no?»
A todo esto, Víctor procede a
hablar un poco sobre los decretos que sacó Ítalo Luder también explica que armó
un consejo de seguridad interior, y menciona que, anteriormente, Lopez Rega
había creado extraoficialmente la Triple A.
» Isabel tenía poco poder, y los
militares piensan que no da para más, que hay que tomar el poder. Una cuestión
muy delicada en cualquier país del mundo, pero que nosotros teníamos unos
antecedentes tremendos (...), cada dos o tres años los militares tomaban el
poder. Bueno, entonces el 24 de marzo la tomaron a doña Estela de Perón, la
pusieron arriba en un helicóptero, le dijeron usted está presa no tiene más
poder, se la llevaron y asumieron ellos—repasa los acontecimientos
rápidamente—. El nombre que se dieron creo que fue “Proceso de Reorganización
Nacional”. Había un miembro de cada fuerza y uno de ellos, el de tierra, era un
tal Rafael Videla, que es el elegido para ser “presidente”—dice
lentamente esta última palabra y empieza a hacer un gesto de “entre comillas”
con las manos— presidente entre paréntesis, de facto.»
—Algo que me llamó la atención
fue que dijiste que en ese tiempo había muchos golpes de Estado, entonces para
saber; ¿Qué edad tenías? ¿Eras más o menos consciente de lo que representaban
estos golpes de estado? y en tal caso, ¿Qué pasó por tu cabeza cuando ocurrió
todo esto?
» Vamos a hacer cuenta directa,
yo nací en el año 1948, a 1976 yo tenía 27 años más o menos cuando subió Videla
al poder. (...) Yo en los primeros golpes era chico, en este ya no. Me pareció
terrible, yo no estaba de acuerdo para nada con la señora María Estela de Perón
en lo ideológico y además no era funcional, porque uno puede estar en
desacuerdo en lo ideológico, pero quizás administrativamente puede estar
funcionando bien alguien. Yo no estaba para nada de acuerdo con ella, no estaba
para nada de acuerdo en que alguien creyéndose “no sé qué” asumiese el poder,
que a ella la habíamos elegido nosotros de alguna manera—manifiesta de manera
rápida, gesticulando y moviendo sus brazos para mayor énfasis en su punto—.
¿Cómo podían venir ellos con la fuerza, a tomar el poder? Entonces no estaba
para nada de acuerdo por un lado y por otro lado, por lo que pasaba con la
Triple A y todo, se veía que la mano venía muy pero muy pesada. Ya en ese
momento había montones de intelectuales y artistas que se habían tenido que ir
del país amenazados y ya había habido muchos muertos.
» Entonces, lo que yo sentía era
primero bronca, odio a todo eso que estaba pasando y también temores. Ya en ese
momento al poco tiempo que subieron, muy poquito, menos de un mes o algo así,
yo estaba estudiando ingeniería; un día fueron a ingeniería tres regimientos,
se pusieron en la puerta y nos hicieron salir a todos, no sé por qué, salió
toda la facultad de ingeniería, una montaña de gente y a palos. Cuando
salía, palo, palo, palo y palo y váyanse, váyanse de acá, ¿por qué y para qué?,
no lo sé.
» Lo mismo me pasaba; yo andaba
en coche, ya me empezaban a parar continuamente, había retenes en las calles y
paraban los soldados, pedían documentos, te miraban el documento, te miraban la
cara. Cada vez había que bajarse, tirarse al piso y dos soldados se ponían a
revisar todo el coche, levantar los asientos, todo para ver si llevaba libros,
publicidad, cassettes o todo aquello que pudiese tener que ver con la acción
subversiva.
» Pasados unos meses más, ya fue
más terrible porque ya desaparecía gente por todos lados. Desaparecía. Es
decir, no eran detenidos, se los llevaban, secuestraban a alguien y la familia
no sabía qué hacer; iba a preguntar a la comisaría, a los hospitales. Estaban
desaparecidos. De hecho, en lo personal, yo perdí cinco amigos ahí
juntos—empieza a hablar más detenidamente—, dos de ellos, los que hubiesen sido
mis amigos de toda la vida, prácticamente mis hermanos, en una noche, en la que
yo no estuve de casualidad en esa casa, ninguno de ellos era militante activo,
todos nosotros pensábamos lo mal que estaba eso, pero ninguno era militante
activo (...).
» Hasta ahí estábamos en un
estado, todo el ´76 y todo el ´77, en una desaparición constante de personas.
Yo cometí el gravísimo error de quedarme, pero bueno, no me pasó nada. Pero
hoy, mirándolo a la distancia creo que cometí el error, porque encima era
conocido de todos ellos. La técnica de esta gente era conseguir el dato de
algún pibe que fuese activista, lo secuestraban, se lo llevaban rápido a un
lugar, lo torturaban de todas las maneras posibles que te puedas imaginar
sacándoles nombres y direcciones, entonces sacaban tres o cuatro nombres y pum,
se armaban dos o tres grupos de coche con tres o cuatro matones arriba e iban a
esas casas y levantaban a otros, y así continuamente iban pasando el día. Los
lugares de detención en todo el país eran como 300, lugares de detención
provisorios; una vez que tenían la información (los oficiales a cargo de la
subversión, cómo se formaban…), los mataban de diversas maneras, ya sea
fusilándolos, dándolos a la armada, que tenía el maravilloso gusto de ponerlos
en un avión y tirarlos en el Río de La Plata. Todas las noches salía un avión
lleno de muchos drogados, porque los drogaban para poder subirlos, y los
tiraban en el río. Bueno, me pongo muy dramático.»
Así, nos cuenta sobre Martínez de
Hoz, el ministro de economía de ese entonces, también nos habla sobre los
grupos de madres de mayo y el de las abuelas de mayo, que tenían la función, a
grandes rasgos, de preguntar por sus seres queridos desaparecidos. Algo que
también menciona es que se vivía en un “estado de casi guerra”.
—Habías dicho hace rato, que
mirando hacia atrás pudo haber sido otra opción la de irte del país, ¿eso lo
pensaste en su momento? ¿tenías la posibilidad de irte del país con tu familia
o solo?
» No, yo estaba solo en esa
época, es más, todavía vivía con mis padres. Si hubiese tomado la decisión
podría haberme ido y hacer la vida en otro lado, pero fue una cuestión de días,
¿por qué? Porque habían levantado a estos cinco, y al haber levantado a estos
cinco, con el tipo de tortura que hacían terminaban tirando cualquier nombre,
terminaban denunciando a los padres, porque es algo imposible, no es una
cuestión de decir “no, yo no voy a delatar a nadie”; cuando te están haciendo
ese tipo de torturas terminás contando hasta la Caperucita Roja,
entonces había posibilidades.
» De hecho, hay una pequeña
anécdota—empieza a contar mientras se ríe un poco—, yo con mis padres no
compartía ideas políticas. Yo tenía ideas políticas como esta gente, pero no
era activo (...), hubo una noche, no sé si eran las 2 o las 3 de la mañana, que
golpearon la puerta de casa y mi viejo vino a la pieza y me dice: “¡salí
corriendo por atrás!”, era una casa que tenía jardín y le digo: “pará, pará,
¿qué pasa?”, “¡están golpeando la puerta, tómatela!”, decía. Como que él se
hizo la idea de que…, bueno, yo no me hice la idea, fui a mirar por la ventana
y era un muy amigo mío que me venía a avisar que había muerto el padre de otro
amigo mío, nada que ver con todo esto—aún con una pequeña sonrisa en la cara,
sigue hablando—. Esto es una pequeña anécdota familiar, de cómo era el clima
que se vivía (...).
» Lo de irme del país, hoy
mirándolo a la distancia pienso que fue una inconsciencia, pero mirando la
realidad, bueno, ¡acá estoy! Me hice de algunos amigos nuevos, no muchos, y el
agujero que me dejaron ellos no tuvo más remedio. Es la cicatriz que llevo y
que muchas veces me pongo a pensar; por ahí estoy con mis nietos y digo “Uy, yo
podría con Guillermo” que era uno de ellos, era mi más grande amigo, que en una
de esa ya tendría chicos, estaríamos los dos juntos, qué sé yo.
Habla un poco de las madres de
plaza de mayo que iban al exterior a denunciar, de cómo los militares
recibieron a La comisión Interamericana de Derechos Humanos, el cambio de
“presidencia” y el informe emitido por esta comisión mostrando lo “terrorífica”
de la situación.
—Con este cambio de
“presidencia”, por decirlo de alguna manera, ¿pensaste que iba a cambiar la
situación o que iba a seguir igual?
» No, pensé que iba a seguir
exactamente igual, que era un cambio que hacían ellos para cambiar las
apariencias, para cambiar un poco, decían que todavía iban a seguir un tiempo
más en el Proceso de Reorganización Nacional. Yo, en lo personal, no. (...)
Nunca pensé nada. Lo único que quería es que se fuesen los militares.
» Y, además, algo que te omití
antes, algo que me molestó de Isabel, a pesar de que no estaba de acuerdo con
ella, pero me molestaba muchísimo porque le faltaban cinco o seis meses para
terminar el mandato. (...) La hubiesen dejado esos meses, ella se iba a ir, iba
a asumir un gobierno elegido por el pueblo que tendría muchas posibilidades de
ser mejor, o de ser peor, pero iba a ser una decisión de la población, no de
ellos.»
—Pasando a la Guerra de las
Malvinas, a ti no te tocó ir, ¿verdad?
» No, yo era grande (...), 34
años tenía más o menos. Quienes fueron fue todo el ejército efectivo que tenía
el ejército. Hasta esos años los ciudadanos asesinos hacían la conscripción;
cuando se cumplían los 19 años tenían la obligación de entrar en el ejército,
salvo los que ganaban un sorteo, había un sorteo y algunos se salvaban, o los
que tenían problemas físicos pero digamos que por ahí, no sé (...). Vos durante
un año estabas bajo los que te entrenaban, te daban ropa, te llevaban a
cualquier parte del país, bueno, jugaban a ser soldados y eran bastante
maltratados.
» Entonces en ese momento tenían
personal, lo que hicieron fue llamar a la última clase que había salido (...),
lo que hicieron fue con la que tenían y llamaron a la última que había salido,
la llamaron a las armas. Yo ya había pasado ese período hacía 14/15 años y
además yo no hice la conscripción porque me salve por número bajo. En ese
sorteo que se hacía, ponele que era del 1 al 1000, bueno, del 900 al 1000 se
salvan, no la hacían. Bueno, yo tuve número bajo, no hice la conscripción. O
sea que nunca tuve ese contacto.
» Después de Malvinas la
situación se les hacía insostenible, porque la población estaba muy disconforme
con ellos; los trataron muy mal a los chicos, inclusive que cuando vinieron,
murieron alrededor de 600, era una estupidez total que cualquiera sin ser
militar sabía que iba a pasar eso. Yo no sé cómo, digamos, siempre por todos
los golpes militares, yo siempre tuve metido odio hacia los militares, pero
también reconozco que los tipos tienen una formación, tiene un estudio de
oficial y después van a escuelas de guerra; cuando tienen 40 o 50 años tienen
una formación muy grande. No entendía como tipos con una formación tan grande
podían evaluar tan mal un ataque así. Es una opinión personal.»
—¿Cuál fue tu opinión con
respecto al Juicio de las Juntas? ¿Pensaste que se podría lograr o que era una
locura?
» Me encantaba, me encantaba la
idea, ¡Por fin íbamos a poder enjuiciar a los militares! por un lado, pero por
otro lado digo “esto va a reventar”; en algún momento matan a los jueces, matan
a los fiscales, en algún momento hay otro golpe militar y lo voltean a
Alfonsín. Estaban las dos cosas, pero el Juicio iba prosperando día a día y yo
cada día más tenso, porque cada vez se probaban más cosas, todas las torturas,
todos los chicos robados. De hecho, terminó y hubo condena. Parecía mentira
¡condena!, Videla con cadena perpetua (...), pero a partir de ahí se abría un
paquete de juicios contra dos mil o tres mil oficiales, enorme iba a ser eso.
» Debido a eso, un grupo de
militares se alza (...). Le decían al gobierno que podían llegar a una acción
armada si no paraba la mano. Ahí vino un momento muy difícil; fue para una
pascua, Alfonsín fue a negociar y tuvo que ceder, y para ceder tuvieron que emitir
un decreto/ley (...), como que si yo lo que estaba haciendo era obedeciendo
órdenes de mi superior, no tenían derecho a culparme a mí—dice ejemplificando
de lo que trataba a grandes rasgos la Ley de Obediencia Debida—. Eso dejaba
fuera de juego a miles de oficiales y más. El domingo de pascuas justamente
habló una concentración en plaza de mayo y él dijo que él había hecho eso, lo
cual no le gustaba mucho, pero lo que quería era evitar un baño de sangre,
porque esta gente va a terminar matando. (...). A partir de ahí el gobierno de
Alfonsín decayó por la cuestión económica, en todo estuvo brillante Alfonsín,
pero económicamente no sabía manejar bien las cosas. Terminó el período antes
de tiempo y entró en el poder Menem, Carlitos Menem.»
—Con esta resolución respecto
a los oficiales que solo estaban cumpliendo órdenes ¿Cómo te sentiste?
» Espantoso, me pareció
espantoso, pero también en ese momento y ahora a la distancia, también lo
entendí a Alfonsín. Lo entendí porque la amenaza de esta gente era muy fuerte;
estaban con los tanques en la calle, habían ido de ametralladoras, armados,
todo así. Pero si le decía que no, iban a los bifes como decimos
nosotros—se ríe un poco con pesar—, iban a los tiros. Entonces Alfonsín pensó
que el hecho de emitir esa ley, que era fea y mala, también podía pensarse en
que después pasando el tiempo alguien podría anular esa ley y volver a juzgar a
esa gente. De hecho, fue lo que pasó. Menem la empeoró todavía, porque agarró e
indultó a todos los militares, salieron todos de la cárcel. Terrible. Pero
después pasando el tiempo (...), se anuló la Ley de Obediencia Debida,
volvieron todos a la cárcel, se anuló el indulto de Menem, se anuló todo y se
juzgaron, ¡hoy es el día en que se siguen juzgando oficiales! los pocos que siguen
vivos (...), pero hace poco, cosa de dos o tres meses le dieron la condena a un
tipo que tenía 83 años, un coronel, que sé yo. El asunto era ir hasta el
último, hasta lo último que se supiese.
» A mí me dio mucha lástima
cuando dijo que había negociado, pero también entendí que no quería ser él el
que provocase otra guerra nueva. Siempre me acuerdo que terminó con la frase
“Vayan todo a su casa y que tengan felices pascuas”, cosa que a montones de
ciudadanos les (o nos) molestó, pero bueno, había que comprender la situación
como era. De cualquier manera, cada uno puede tener su propio concepto, el mío
era ese. Además, para mí, aunque con las radicales nunca estuve muy de acuerdo,
pero el hecho de haber enjuiciado a los militares, para mí Alfonsí lo pone allá—dirige
sus manos hacia arriba, lo más alto que puede—, lo pone en la estatua más alta.
Fue el primero que se animó a hacer eso.»
—¿En qué crees que influye en
la actualidad esta situación que ocurrió con el Juicio y con los militares?
» Son pensamientos míos, yo creo
que los militares quedaron muy, muy, muy desdibujados en la Argentina. Mirá, un
hecho tonto, pero antes, aún con gobiernos civiles era muy común que, en un
colectivo, o en el subte o en el tren viajase algún militar, viste, uniforme,
gorra, con un portafolio, que iba a su trabajo a hacer su cosa, después de eso,
no ves a un militar por la calle, ni en figurita. Vas a decir, eso es una
pavada, pero también es un símbolo, ellos también quedaron sentidos (...) El
concepto de los militares quedó muy, muy tumbado, pienso que va a necesitar
unos 50 años o unos 100 años para que vuelva a tener un poco de respeto. De
cualquier manera, la generación de ustedes, está muy lejos de eso, es bueno que
reciban información. (...) Pero lo más importante es volver a retraerlo, volver
a contarlo, no olvidarlo, por el “Nunca Jamás” justamente, que no suceda más, y
la única manera es eso (...) Es algo que siempre hay que hablarlo para que no
se pierda, porque siempre son cosas que se pierden.»
—¿Cómo crees que esto influye
en las generaciones futuras?
» Tendría que decir “no sé”, pero
lo más importante sería transmitirles así a ustedes el hecho de, los sistemas
conocidos o poco conocidos, el de la democracia quizás sea el mejor, una
elección libre. Si todos decimos “queremos que suba Carlitos” y que suba
Carlitos. El vivir en estado democrático, que no venga nadie, ningún
“iluminado” que diga: “córranse todos que acá voy a mandar yo a partir de hoy”,
eso es lo que no tendría que pasar más. Yo creo que está bastante metido, del
´83 hasta ahora, es el período más largo que hemos tenido de democracia. Y mira
que la Argentina tiene unos cuantos años—suelta una pequeña sonrisa mientras lo
dice—. La sombra esa, estuvo en los primeros momentos de Alfonsín (...), pero se
fue diluyendo la sombra de que siempre van a venir los militares.
» Yo creo que hay una influencia
positiva y hay unas cuantas generaciones que están viviendo en democracia, si
algo así sucediese, que yo creo que a los pocos años no creo que suceda, se sentirían
como sorprendidos porque dirían “¿y esto qué es, qué significa esto?” ignorando
lo anterior.»
—¿Qué significa para ti el 24
de marzo?
» Un lindo recuerdo, un buen recuerdo, más que nada yo pego el 24 de marzo con
el Juicio, entonces esa es la parte linda, con el hecho de haber enjuiciado a
estos atorrantes. Esto significa 24 de marzo y que debemos acordarnos, no sólo
del juicio sino del porqué el juicio y toda la historia. Más o menos eso es lo
que significa para mí.»